Octubre de cada año, se celebra el mes de la persona adulta mayor. Se celebra la contribución que cada persona adulta mayor ha dado al desarrollo del país, indistintamente de cuál haya sido su labor desempeñada.
En el campo, en la oficina, en el consultorio, en la sala de operaciones o de juicios, en el aula o la biblioteca, en los oficios domésticos, en los laboratorios, navegando por el mar o el aire, en la tienda, en el mercado, en labores de aseo o de recolección, en la iglesia, en las labores de construcción, en el servicio de transportes, en la fábrica o el taller, en puestos de elección popular, en la ciencia y en la técnica… en todos, es de agradecer siempre sus valiosos aportes.
La persona adulta mayor es constructora de familias y de sueños, que le ha tocado bregar a favor y en contracorriente, que ha luchado sola o acompañada, que ha reído o sufrido, que enfrenta los avatares de la vida… pero que siempre, siempre, ofrece su experiencia a los demás.
La protección social en la vejez es un logro histórico que debe conservarse y reforzarse en favor de este grupo poblacional que va en crecimiento.
La respuesta social por sus aportes, no es una regalía: es la respuesta colectiva para que la persona adulta mayor pueda vivir dignamente y con seguridad.
(Acompaña detalle de mural de don Francisco Amighetti, Clínica Clorito Picado).