En el ámbito nacional e internacional, existe cada vez mayor preocupación por el consumo de drogas, especialmente entre la población adolescente. Diversos estudios han demostrado que el consumo de drogas se inicia en edades muy tempranas y entre ellas, las principales son el tabaco, el alcohol y la marihuana; pasando luego a otro tipo de dependencias.
Se considera que entre las drogas legales, dígase el cigarro y el alcohol, se tienen como los factores de riesgo más importantes en la adolescencia tanto en los países industrializados como en los países en desarrollo, y que los empuja al consumo de otro tipo de drogas, las ilegales. Entre lo legal y lo ilegal, el horizonte que existe es la destrucción de las jóvenes víctimas, que tienen que enfrentar diversos conflictos sociales en la familia, la escuela y la comunidad; y sufrir el deterioro progresivo de su salud física y psicológica.
La IV encuesta nacional sobre consumo de drogas 2015 del IAFA, indica que el alcohol es la sustancia más consumida entre la población adolescente, “…lo que conlleva a problemas, individuales y sociales, en el corto, mediano y largo plazo, especialmente cuando ese consumo se da a edades tempranas”.
La drogadicción se convierte así en un problema de salud pública importante, que tiene múltiples repercusiones en el ámbito social y psicológico, especialmente por aquellos determinantes sociales que empujan a la juventud al consumo de drogas y sus gravísimas consecuencias.
La salud adolescente y la permanencia en el sistema educativo de la persona joven, se convierten en un reto ineludible. La promoción y educación en salud dentro de este grupo etario debe comprenderse como una acción interinstitucional necesaria debido a los ambientes de vulnerabilidad que nuestra juventud enfrenta.